jueves, 18 de febrero de 2010

poemas de William Blake

Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?

¿En qué profundidades distantes,
en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?

¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?

¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque?
¿Qué tremendas garras osaron
sus mortales terrores dominar?

Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?

Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu terrible simetría?
..........................

La noche

Desciende el sol por el oeste,
brilla el lucero vespertino;
los pájaros están callados en sus nidos,
y yo debo buscar el mío.
La luna, como una flor
en el alto arco del cielo,
con deleite silencioso,
se instala y sonríe en la noche.
Adiós, campos verdes y arboledas dichosas
donde los rebaños hallaron su deleite.
Donde los corderos pastaron, andan en silencio
los pies de los ángeles luminosos;
sin ser vistos vierten bendiciones
y júbilos incesantes,
sobre cada pimpollo y cada capullo,
y sobre cada corazón dormido.
Miran hasta en nidos impensados
donde las aves se abrigan;
visitan las cuevas de todas las fieras,
para protegerlas de todo mal.
Si ven que alguien llora
en vez de estar durmiendo,
derraman sueño sobre su cabeza
y se sientan junto a su cama.

Cuando lobos y tigres aúllan por su presa,
se detienen y lloran apenados;
tratan de desviar su sed en otro sentido,
y los alejan de las ovejas.
Pero si embisten enfurecidos,
los ángeles con gran cautela
amparan a cada espíritu manso
para que hereden mundos nuevos.
Y allí, el león de ojos enrojecidos
vertirá lágrimas doradas,
y compadecido por los tiernos llantos,
andará en torno de la manada,
y dirá: "La ira, por su mansedumbre,
y la enfermedad, por su salud,
es expulsada
de nuestro día inmortal.
Y ahora junto a ti, cordero que balas,
puedo recostarme y dormir;
o pensar en quien llevaba tu nombre,
pastar después de ti y llorar.
Pues lavada en el río de la vida
mi reluciente melena
brillará para siempre como el oro,
mientras yo vigilo el redil.



........................
Proverbios del infierno

En tiempos de siembra aprende, en tiempos de cosecha enseña
y en el invierno goza.

Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.

La senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría.

La prudencia es una fea y rica solterona cortejada por la incapacidad.

Quien desea y no actúa engendra la plaga.

El gusano perdona al arado que lo corta.

Sumergid en el río a quien ama el agua.

El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.

Aquel cuyo rostro no irradia luz nunca será estrella.

La eternidad está enamorada de las creaciones del tiempo.

A la atareada abeja no le queda tiempo para la pena.

Las horas de la locura las mide el reloj,
pero ningún reloj puede medir las horas de la sabiduría.

Ningún alimento sano se atrapa con red ni trampa.

En años de escasez, usa número, peso y medida.

No hay pájaro que vuele demasiado alto si lo hace con sus propias alas.

Un cuerpo muerto no venga injurias.

El acto más sublime consiste en poner a otro delante de ti.

Si el necio persistiera en sus necedades llegaría a sabio.

La necedad es el atuendo de la bellaquería, la vergüenza es
el atuendo del orgullo.

Las prisiones se construyen con piedras de Ley; los burdeles
con ladrillos de religión.

La altivez del pavo real es la gloria de Dios.

La lujuria del chivo es la liberalidad de Dios.

La ira del león es la sabiduría de Dios.

La desnudez de la mujer es obra de Dios.

El exceso de pena ríe; el exceso de dicha llora.

El rugir de los leones, el aullido de los lobos, el oleaje furioso del mar huracanado
y la espada destructora, son porciones de la eternidad demasiado grandes
para que las aprecie el ojo humano.

El zorro condena a la trampa, no a sí mismo.

El júbilo impregna; las penas engendran.

Dejad que el hombre vista la melena del león y la mujer el vellón de la oveja.

El ave un nido, la araña una tela, el hombre la amistad.

El egoísta y sonriente necio y el necio que frunce malhumorado el ceño han de considerarse sabios, y podrían ser medidos con la misma vara.

Lo que hoy está probado, en su momento era sólo algo imaginado.

La rata, el ratón, el zorro y el conejo vigilan las raíces; el león, el tigre, el caballo
y el elefante vigilan los frutos.

La cisterna contiene; el manantial rebosa.

Un pensamiento llena la inmensidad.

Si estás siempre listo a expresar tu opinión, el vil te evitará.

Todo lo que es creíble, es una imagen de la verdad.

Nunca el águila malgastó tanto su tiempo como cuando se propuso aprender del cuervo.

El zorro se provee a si mismo; pero Dios provee al león.

Piensa por la mañana, actúa a mediodía, come al anochecer y duerme por la noche.

Quien ha sufrido tus imposiciones, te conoce.

Así como el arado sigue a las palabras, Dios recompensa las plegarias.

Los tigres de la ira son más razonables que los caballos de la instrucción.

Del agua estancada espera veneno.

Nunca sabrás lo que es suficiente a menos que sepas lo que es más que suficiente.

¡Escucha los reproches de los tontos! ¡Forman un título real!

Los ojos del fuego, las narices del aire, la boca del agua las barbas de la tierra.

El débil en coraje es fuerte en astucia.

El manzano nunca pregunta al haya cómo ha de crecer, tal como el león no
interroga al caballo sobre cómo atrapar la presa.

Quien recibe agradecido da copiosas cosechas.

Si otros no hubiesen sido tontos, lo seríamos nosotros.

El alma rebosante de dulce deleite jamás será profanada.

Cuando ves un águila, ves una porción de Genio: ¡Alza la cabeza!

Tal como la oruga elige las hojas mejores para depositar en ellas sus huevos,
el sacerdote lanza sus imprecaciones para los más dulces goces.

Crear una florecilla es labor de siglos.

La condena estimula, la bendición relaja.

El mejor vino es el más añejo; la mejor agua, la más nueva.

¡Las plegarias no aran! ¡Los elogios no cosechan!

Las alegrías no ríen. Las tristezas no lloran.

La cabeza lo Sublime; el corazón, lo patético; los genitales, la Belleza;
manos y pies la Proporción.

Como el aire al pájaro o el agua al pez, así es el desprecio para el despreciable.

El cuervo quisiera que todo fuese negro; el búho, que todo fuese blanco.

La exuberancia es belleza.

Si el león recibiese consejos del zorro, sería astuto.

El perfeccionamiento traza caminos rectos; pero los torcidos y sin perfeccionar son los caminos del Genio.

Mejor matar a un niño en su cuna que alimentar deseos que no se llevan a la práctica.

Donde no está el hombre, la naturaleza es estéril.

La verdad nunca puede decirse de modo que sea comprendida sin ser creída.

¡Suficiente! o demasiado.

poemas de William Wordsworth

Ahora, mientras los pájaros cantan alegres melodías...

Ahora, mientras los pájaros cantan alegres melodías
y los pequeños corderos retozan
como si bailaran al son de un tambor,
a mí me invade la pena: un lamento me brindó alivio pasajero
y ahora recobro la fortaleza.

Desde arriba, resuenan las trompetas de las cascadas,
un dolor mío no enturbiará otra vez la primavera.
Oigo los ecos que retumban en las montañas,
el viento llega hasta mí desde valles de ensueño
y mi mundo interior se vuelve feliz.

La tierra y el mar se entregan a la felicidad,
y a mediados de mayo cada animal se siente alegre.
¡Tú, hijo de esa alegría, grita a mi alrededor,
quiero oírte gritar, oh, pastor feliz!



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Agua, puro elemento, dondequiera abandonas...

Agua, puro elemento, dondequiera abandonas
tu mansión subterránea, hierbas verdes y flores
de brillante color y plantas con sus bayas,
surgiendo hacia la vida, adornan tu cortejo;
y en el estío, cuando el sol arde, veloces
insectos resplandecen y, volando, te siguen.
Si falta tu bondad, resuella el bosque, y ciervo
y cierva y cazador con su venablo, juntos
languidecen y caen. No deja de sentirse
en el alma turbada tu benigna influencia;
y tal vez en la entraña marmórea de la tierra,
donde sufren tormento espíritus que lloran
gracia y bondad perdidas, tus murmullos apagan
su angustia ya los tuyos mezclan sus dulces cantos.

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El preludio

Libro primero

Introducción- Infancia y Escuela

Hay en la suave brisa una ventura
o visita que roza mi mejilla
y es casi sabedora de ese gozo
que trae desde los campos y del cielo.
Sea cual sea su misión, a nadie
hallará más agradecido, hastiado
de la urbe donde he sobrellevado
perpetuo descontento y libre ahora
cual ave que se posa donde quiera.
¿Qué hogar me acogerá? ¿Entre qué valles
tendré mi puerto? ¿Bajo qué arboleda
construiré mi morada? ¿Qué hondo río
me dará la canción de su murmullo?
La tierra está ante mí. Con corazón
alegre y sin temer la libertad,
contemplo. Y aunque sea sólo alguna
nubecilla quien guíe mi camino,
extraviarme no puedo. ¡Al fin respiro!
Pensamientos e impulsos de la mente
me asaltan, se desprende esa onerosa
máscara que traiciona mi alma auténtica,
el peso de los días que me fueron
ajenos, como hechos para otros.
Largos meses de paz (si acaso esta palabra
concuerda con promesas de lo humano),
largos meses de gozo sin molestia
esperan ante mí. ¿Adónde iré,
por los caminos o cruzando el campo,
cuesta arriba o abajo? ¿O tal vez
me guiará alguna rama por el río?

¡Amada libertad! ¿Y de qué sirve
si no es don que consagra la alegría?
Pues mientras el dulce aliento del cielo
soplaba en mi cuerpo, creí sentir
otra brisa en respuesta que corría
con suave rapidez, pero se ha vuelto
tempestad, energía ya excesiva
que su creación destruye. Gracias doy
a ambas y a sus fuerzas, que al unirse
ponen fin a una pertinaz helada
y traen tiernas promesas, la esperanza
de los días y horas de alegría,
¡días de dulce ocio y pensamiento
profundo, sí, con el divino oficio
de maitines y vísperas en verso!

Hasta ahora, mi amigo, no he solido
escoger como asunto la alegría
pero hoy quiero verter mi alma en versos
a salvo del olvido, que aquí quedan
guardados. A los campos he lanzado
mi profecía: sílabas llegaban
espontáneas, vistiendo con sagrados
hábitos al espíritu escogido
-ésa era mi fe- para el sacramento.
Mi propia voz me henchía y en mi mente 55
reverberaba ese imperfecto son.
A ambos yo escuchaba y obtenía
de ellos la confianza en el futuro (...)

Samuel Taylor Coleridge, Balada del viejo marinero

Traducción de Karina Ángela Macció



Argumento

Cómo un barco habiendo pasado la Línea fue llevado por las tormentas hacia el frío país del Polo Sur; y cómo desde ahí siguió su curso a la latitud tropical del Gran Océano Pacífico; y de las extrañas cosas que sucedieron; y de qué manera el Viejo Marinero volvió a su propio país. (1798)



PRIMERA PARTE



Un viejo marinero se encuentra con tres Galanes convidados a una fiesta de bodas, y detiene a uno.

Es un viejo Marinero,
Y detiene a uno de tres.
"Por tu larga barba gris y tu brillante ojo,
Ahora, dime, ¿por qué me detienes?

Las puertas del Novio están abiertas de par en par;
Y yo soy pariente cercano;
Los invitados se encuentran; la fiesta comienza:
Puedes oír el feliz clamor."

Él lo detiene con su mano huesuda,
"Había una vez un barco," cita él.
"¡Suéltame! ¡saca tu mano, pajarraco-barba gris!"
Rápido su mano deja caer.

El Invitado-a-la-Boda queda hechizado por el ojo del viejo navegante, y obligado a oír su relato.

Él lo detiene con su ojo brillante-
El Invitado-a-la-Boda se queda quieto,
Y escucha como un niño de tres años:
El marinero hizo lo que quiso.

El Invitado-a-la-Boda se sentó en una piedra:
No puede elegir sino oír;
Y así le habla el hombre antiguo,
El Marinero de ojos que brillan.

"El barco saludado, el puerto despejado,
tan felices pasamos frente a la iglesia,
frente a la colina
frente a la cima del faro.

El Marinero cuenta cómo el barco navegó hacia el sur con buen viento y despejado clima, hasta que llegó a la Línea.

"El Sol salió por la izquierda,
¡Fuera del mar salió él!
Y rayó brillante, y a la derecha
Se metió en el mar.

"Alto y más alto cada día,
hasta sobre el mástil a mediodía-"
El Invitado-a-la-Boda golpea aquí su pecho
Pues ha escuchado el fuerte fagot.

El Invitado-a-la-Boda escucha la música nupcial; pero el Marinero continúa su relato.

La novia ha entrado en el salón,
Roja es ella como una rosa;
Moviendo sus cabezas delante de ella van
Los felices trovadores.

El Invitado-a-la-Boda golpea su pecho,
Pero no puede elegir sino oír;
Y así le habla el hombre antiguo
El Marinero de ojos que brillan.

El barco es arrastrado por una tormenta hacia el polo sur.

"Y ahora vino el golpe de la Tormenta, y él
Era fuerte y tiránico:
Golpeó con sus alas que todo cubrían
Y nos ahuyentó hacia el sur.

"Con mástiles torcidos y proa sumergida,
Como el perseguido a gritos y a golpes
Aun pisa la sombra de su enemigo
y hacia adelante dobla su cabeza,
El barco iba rápido, fuerte rugía el estrépito
Y hacia el ojo del sur escapábamos.

"Y ahora vino la nube y la nieve,
Y hubo un frío extraordinario:
Y el hielo, alto como el mástil, vino flotando
Tan verde como la esmeralda.

La tierra de hielo, y de sonidos temibles, donde no había cosa viva para ver.

"Y a través de las corrientes los riscos nevados
que sí daban un desolado brillo:
Ni formas de hombres ni bestias vimos-
El hielo estaba entre todo.

"El hielo estaba aquí, el hielo estaba allí,
El hielo estaba todo alrededor:
¡Crujía y gruñía, y rugía y aullaba;
Como ruidos en lo salvaje!

Hasta que un gran pájaro de mar, llamado el Albatros, atravesó la niebla-de-nieve, y fue recibido con gran alegría
y hospitalidad.

"Al fin cruzó un Albatros
A través de la niebla vino;
Como si hubiera sido un alma Cristiana,
Le gritamos en el nombre de Dios.

"Comió la comida que nunca comiera;
Y círculos y círculos voló.
¡El hielo se dividió con un ataque de trueno
El timonel a través nos dirigió!

¡Y vean! el Albatros probó ser un ave de buen augurio, y siguió al barco mientras éste volvía hacia el norte a través de
la niebla y el hielo flotante.

"Y un viento bueno del sur se levantó detrás;
El Albatros aún seguía,
¡Y cada día, por juego o comida,
Venía al grito de los marineros!

"En nube o bruma, en mástil o velas,
Se posó durante nueve vísperas;
Mientras toda la noche, a través del humo-niebla blanca
Brillaba el rayo-luna blanca.

El viejo Marinero inhospitalariamente mató al ave piadosa de buen augurio.

"Dios te salve, viejo Marinero,
de los demonios que por esto serán plaga!-
¿Por qué miras así? Con mi ballesta
Yo maté al Albatros.



PARTE SEGUNDA



"El Sol surgió ahora a la derecha:
Fuera del mar salió él,
Aún escondido en brumas; y a la izquierda
Bajó dentro del mar.

"Y el buen viento del sur aún soplaba detrás,
Pero ningún dulce pájaro venía
¡Ni un solo día por juego o comida
Vino al grito de los marineros!

Sus compañeros de barco gritan contra el viejo Marinero por matar al ave de buena suerte.

"Y yo había hecho una cosa infernal,
Y tormento les traería
Pues todos afirmaban que yo había matado al ave
Que hacía soplar la brisa
¡Ah, miserable! dijeron ellos, matar al ave
Que hacía soplar la brisa

Pero cuando la niebla se disipó, lo justifican, y eso los hace a ellos mismos cómplices del crimen.

"Ni pálido ni rojo, como la misma cabeza de Dios,
El glorioso Sol se levanta:
Entonces todos afirmaron que yo había matado al pájaro
Que traía la niebla y bruma.
'Qué bien', dijeron ellos, 'matar a esos pájaros,
Que traen la niebla y la bruma'.

La brisa buena continúa; el barco entra al Océano Pacífico, y navega hacia el norte, hasta que éste alcanza la línea.

"La brisa buena sopló, la espuma blanca voló,
El surco seguía libre detrás;
Éramos lo primero que alguna vez irrumpía
Dentro de ese mar silencioso.

El barco ha sido de repente encalmado

"Abajo cayó la brisa, el velamen cayó abajo,
Más triste no podía ser;
Y hablábamos sólo para romper
El silencio del mar.

"Todo en un cielo caliente y cobrizo,
El Sol sangriento, a mediodía,
Justo arriba del mástil se paraba,
No más grande que la Luna.

"Día tras día, día tras día,
Varados, sin aire ni movimiento
Tan inerte como un barco pintado
Sobre un océano pintado.

Y el Albatros empieza a ser vengado.

"Agua, agua, por todas partes,
Y todas las tablas se achicharraban
Agua, agua, por todas partes
Ni una sola gota para tomar.

"La misma profundidad se pudrió, ¡Oh Dios!
¡Que alguna vez esto fuera posible!
Sí, cosas pegajosas reptaban con patas
Sobre el mar pegajoso.

"Alrededor, alrededor, por un lado y por el otro
Los fuegos-de-la-muerte bailaban a la noche;
El agua, como óleos de una bruja
Ardía verde, y azul, y blanco.

"Un espíritu los había seguido, uno de los invisibles habitantes de este planeta, ni difuntas almas ni ángeles; en lo que concierne a éstos, el culto Judío, Josefo, y el Platónico de Constantinopla, Miguel Psellus, pueden ser consultados.
Son muy numerosos, y no existe clima ni elemento sin uno o más.

"Y algunos en sueños aseguraban era
Del espíritu que nos plagaba así;
Nueve brazas profundo él nos había seguido
De la tierra de nube y nieve.

"Y cada lengua, por tanta sed,
Estaba reseca en la raíz;
No podíamos hablar, no más que si
Nos hubieran asfixiado con hollín.

Los navegantes, en su dolorosa zozobra, querían echar toda la culpa al viejo Marinero: como señal de esto, colgaron el muerto pájaro-de-mar alrededor de su cuello.

"¡Ah! ¡bueno el día! ¡qué malditas miradas
Tuve yo de viejos y jóvenes!
En lugar de la cruz, el Albatros
Alrededor de mi cuello colgaba.



PARTE TERCERA



Vino un tiempo agotador. Cada garganta
Estaba reseca, y vidrioso cada ojo
Un tiempo agotador! un tiempo agotador!
Qué vidrioso cada ojo agotado,
Cuando mirando al oeste, yo percibí
Un algo en el cielo.

El viejo Marinero percibe una señal en el elemento muy a lo lejos.

"Al principio parecía un pequeño punto,
Y luego parecía una nube;
Se movía y se movía, y tomó al final
Un cierta forma, deseé .

"Un punto, una nube, una forma, lo comprendí!
Y aún se acercaba y se acercaba:
Como si esquivara un alma-del-agua
Se hundía, y se iba, y giraba.

En su mayor acercamiento, a él le parece que es un barco; y con un costoso sacrificio libera su habla de las ataduras de la sed.

"Con gargantas desabridas, con negros labios cocidos,
No podíamos ni reír ni gemir
Por la extrema sed todos mudos quedamos
Mordí mi brazo, chupé la sangre, Y grité, ¡Un barco! ¡un barco!

Un resplandor de felicidad

"Con gargantas desabridas, con negros labios cocidos,
Maravillados me oyeron gritar
¡Gran merced! ellos de alegría sonrieron,
Y todos de una vez tomaron aliento,
Como si estuvieran tomándose todo.

Y el horror viene. Porque ¿puede ser un barco que avance sin viento ni olas?

"¡Miren! ¡miren! (grité) ¡ya no cambia su dirección!
Hacia acá viene a ayudarnos;
Sin una brisa, sin una ola,
¡Permanece con la quilla alzada!

"La curva del oeste toda estaba en llamas.
¡El día estaba por poco terminado!
Casi sobre la curva del oeste
Descansaba un ancho, brillante Sol;
Cuando esa extraña forma pasó de repente
Entre nosotros y el Sol.

A él le parece sólo el esqueleto de un barco.

"Y enseguida el Sol fue rayado con barrotes
(Madre del Cielo, ¡dadnos gracia!),
Como si a través de una puerta-de-calabozo él espiara
con ancha y ardiente cara.

"¡Ay! (pensé, y mi corazón fuerte latía)
¡Qué rápido se acerca y se acerca!
¿Son esas sus velas que centellean en el Sol,
como inquietos entramados?

Y sus costillas se ven como barrotes sobre la cara del Sol poniente.

"¿Son esas sus costillas a través de las que el Sol
espía, como a través de una celda?
¿Y es esa Mujer toda su tripulación?
¿Es esa una Muerta? y ¿hay allí dos?
¿Es la Muerte pareja de esa mujer?

La Mujer-Espectro y su Pareja-Muerte, y nadie más a bordo del barco de esqueleto.

¡A tal barco, tal tripulación!

"Sus labios eran rojos, su apariencia era libre,
Sus rizos eran amarillos como oro:
Su piel era tan blanca como la lepra,
La Pesadilla Vida-en-Muerte era ella,
Que coagula con frío la sangre del hombre.

La Muerte y la Vida-en-Muerte han tirado los dados por la tripulación del barco, y ella (la última) gana al viejo Marinero.

"El desnudo barco ruinoso al lado pasó,
Y las dos estaban tirando los dados;
'¡El juego terminó! ¡Yo gané! ¡Yo gané!'
Dijo ella, y silba tres veces.

No hay crepúsculo en las cortes del Sol.

"El borde del Sol se hunde; las estrellas se precipitaron:
De un solo paso viene la oscuridad;
Con susurro oído-lejos, sobre el mar,
Disparó el barco-espectro.

Al levantarse la luna

"¡Escuchamos, y miramos a todos lados arriba!
¡Miedo en mi corazón, como en la taza,
Mi vida-sangre parecía sorber!
Las estrellas eran tenues, y cerrada la noche,
La cara del timonel por su lámpara brillaba blanca;
De las velas el rocío goteaba-
Hasta que trepado sobre la barra del este
La luna cornuda, con una estrella brillante
En el arriba se inclinan.

Uno tras otro.

"Uno tras otro, ante la Luna colgada-de-estrella,
Muy rápido para el quejido o la exhalación
Cada uno giró su cara con horrendo espasmo
Y me maldijo con su ojo.

Sus compañeros caen muertos.

"Cuatro veces cincuenta hombres vivos
(Y yo no oí ni suspiro ni quejido)
Con fuerte golpe, una masa sin vida,
Caían uno por uno.

Pero la Vida-en-Muerte comienza su trabajo en el viejo Marinero.

"¡Las almas desde sus cuerpos volaron,
Escaparon a la dicha o a la pena!
Y cada alma, me pasaba al lado
Como el silbar de mi ballesta!"



PARTE CUARTA



El Invitado-a-la-Boda teme que un espíritu le esté hablando.

"¡Miedo me das, viejo Marinero!
¡Miedo me da tu mano huesuda!
Y eres largo, y flaco, y marrón,
Como es la ribeteada arena-del-mar.

Pero el viejo Marinero le asegura su vida corporal, y procede a relatar su horrible penitencia.

"Miedo me das, y tu ojo brillante,
Y tu mano huesuda tan marrón."-
"No temas, no temas, tú, Invitado-de-la-Boda!
Este cuerpo no se cayó."

"Solo, solo, completamente, solo, solo,
Solo en un ancho, ancho mar!
Y nunca un santo tuvo piedad de
Mi alma en agonía."

Él desprecia las criaturas de la calma.

"Tales hombres, tan hermosos!
Y todos ellos muertos yacían:
Y miles de miles de cosas pegajosas
Vivían aún, y yo también.

Y envidia el que ellas vivieran, y tantos yacieran muertos.

"Miré sobre el mar podrido
Y aparté mis ojos lejos;
Miré sobre la cubierta podrida
Y allí los hombres muertos yacían.

"Miré al Cielo, y traté de rezar;
Pero cuando una plegaria había surgido,
Un malvado susurro venía, y hacía
Mi corazón tan seco como el polvo.

"Cerré mis párpados, y los mantuve cerrados,
Y los globos como pulsos latían;
Porque el cielo y el mar, y el mar y el cielo,
Eran como una carga en el ojo agotado,
Y los muertos estaban a mis pies.

Pero la maldición vive para él en el ojo de los hombres muertos.

"El sudor frío corría de sus miembros,
Ni se pudrieron ni emanaron olor:
La mirada que ellos posaban en mí
Nunca había de terminar.

"La maldición de un huérfano arrastraría al Infierno
Un espíritu de las alturas;
Pero ¡oh! ¡más horrible que eso
Es la maldición en el ojo de un hombre muerto!
Siete días, siete noches, vi esa maldición,
Y aún yo no podía morir.

En su soledad e inmovilidad el añoraba la Luna viajante, y las estrellas que aún permanecían, aunque todavía más adelante; y en todas partes el cielo azul pertenece a ellas, y es su designado descanso y su país nativo y su propio hogar natural. En el que entran sin anunciarse, como señores que son seguramente esperados, y sin embargo hay un placer silencioso a su llegada.

"La Luna moviente subió al cielo,
Y en ninguna parte demoró
Suavemente iba subiendo,
Y una estrella o dos al lado-

"Sus rayos burlaban la abrasante inmensidad,
como escarcha de Abril esparcida;
Pero donde estaba la sombra del abrazo del barco
El agua encantada quemaba
Un quieto y terrible rojo.

Por la luz de la Luna él contempla las criaturas de Dios en la gran calma.

"Más allá de la sombra del barco,
observé las serpientes marinas:
Se movían en huellas de reluciente blanco,
Y cuando se encabritaban, la luz élfica
Caía en canosas escamas.

"Entre la sombra del barco
observé su rico atuendo:
Azul, verde satinado, y negro de terciopelo,
Serpenteaban y ondulaban; y cada huella
era un resplandor de fuego dorado.

Su belleza y su felicidad.
Él los bendice en su corazón.

"¡Oh felices cosas vivas! ninguna lengua
su belleza podría declarar.

Una fuente de amor fluyó de mi corazón,
Y los bendije sin saber:
Seguro mi buen santo tuvo piedad de mí,
Y los bendije sin saber.

El hechizo comienza a romperse.

"En ese mismo momento pude rezar;
Y desde mi cuello tan libre
El Albatros cayó, y se hundió
Como plomo en el mar.



PARTE QUINTA



"¡Oh sueño! ¡Es una cosa suave,
Amada de polo a polo!
La Reina María alabada sea!
Ella envió el suave sueño desde el Cielo,
Que se deslizaba en mi alma.

Por gracia de la sagrada Madre, el viejo Marinero es refrescado con lluvia.

"Los tontos baldes en la cubierta,
Que tanto tiempo habían permanecido,
Soñé que se llenaban con rocío;
Y cuando desperté, llovía.

"Mis labios estaban mojados, mi garganta estaba fría.
Mis ropas todas húmedas;
Seguro había bebido en mis sueños,
Y aún mi cuerpo bebía.

"Me moví, y no pude sentir mis miembros:
Estaba tan liviano -casi
Pensé que había muerto en el sueño,
Y era un fantasma bendecido.

Él oye sonidos y ve extrañas vistas y conmociones en el cielo y el elemento.

"Y pronto oí un viento rugiente:
No vino de cerca;
Pero con su sonido agitó las velas,
Que eran tan finas y secas.

"El aire de arriba explotó a la vida;
Y el fulgor de cien banderas-de-fuego
Adelante y atrás eran agitadas!
Y adelante y atrás, y adentro y afuera,
Entre las lánguidas estrellas.

"Y el viento que se acercaba rugía más fuerte,
Y las velas suspiraban como juncos
Y la lluvía caía desde una nube negra;
La Luna estaba en su borde.

"La espesa nube negra se quebró, y aún
La Luna estaba a su lado:
Como aguas disparadas desde algún alto risco,
El relámpago bajó como nunca su arpón
Un río escarpado y ancho.

Los cuerpos de la tripulación del barco son animados, y el barco se mueve.

"El fuerte viento nunca alcanzó al barco,
¡Pero ahora el barco se movía!
Bajo el relámpago y la Luna
Los hombres muertos lanzaron un gruñido.

"Gruñeron, se revolvieron, todos se levantaron,
Ni hablaban, ni movían sus ojos;
Había sido extraño, hasta en un sueño,
Haber visto a esos hombres muertos levantarse.

"El timonel condujo, el barco se movió;
Pero nunca una brisa sopló;
Los marineros todos ajustaron las cuerdas
Donde acostumbraban hacer.
Levantaron sus miembros como herramientas sin vida
Éramos una horrenda tripulación.

"El cuerpo del hijo de mi hermano
Parado a mi lado, rodilla con rodilla:
El cuerpo y yo tiramos de una cuerda,
Pero nada él a mí me dijo.

Pero no por las almas de los hombres, ni por los demonios de la tierra o del aire intermedio, sino por una bendita tropa de espíritus angélicos, enviados por la invocación del santo guardián.

"¡Miedo me das, viejo Marinero!"
"¡Ten calma, tú, Invitado-de-la-Boda!
No eran esas almas que huían con dolor,
A las que esos cuerpos volvían de nuevo,
Sino una tropa de espíritus benditos.

"Porque cuando atardeció -dejaron caer sus brazos,
Y se amontonaron alrededor del mástil;
Dulces sonidos subieron lentamente por sus bocas,
Y desde sus cuerpos salieron.

"Alrededor, alrededor, volaba cada dulce sonido,
Luego se lanzaron al Sol;
Lentamente los sonidos volvieron de nuevo,
Ahora mezclados, ahora uno por uno.

"Algunas veces goteando desde el cielo
Oía cantar a la alondra;
Algunas veces todas las pequeñas aves que hay,
¡Cómo parecían llenar el mar y el aire
Con su dulce idioma!

"Y ahora era como todos los instrumentos,
Ahora como una flauta solitaria
Y ahora es una canción de ángel,
Que hace que el Cielo esté mudo.

"Cesó; pero aún las velas hicieron
Un ruido agradable hasta el mediodía,
Un ruido como de arroyo escondido
En el hojado mes de Junio,
Que al durmiente bosque toda la noche
Canta una suave canción.

"Hasta el mediodía tranquilamente navegamos,
Pero nunca una brisa respiró:
Lentamente y suavemente iba el barco,
Movido adelante desde abajo .

El solitario espíritu del polo sur lleva al barco hasta la Línea, obediente de la tropa angélica, pero aún requiere venganza.

"Bajo la quilla nueve brazas profundo,
Desde la tierra de nube y nieve.
El espíritu se deslizó: y fue él
Quien hizo al barco andar.
Las velas al mediodía abandonaron su canción,
Y el barco permaneció quieto también.

"El Sol, justo encima del mástil,
Lo había pegado al océano:
Pero en un minuto empezó a agitarse,
Con un corto movimiento desparejo.

Luego como un caballo alzado que se suelta,
Dio un salto repentino:
Subió la sangre a mi cabeza,
Y caí al piso desvanecido.

Los demonios compañeros del Espíritu Polar, los habitantes invisibles del elemento, toman parte en su daño.

"Cuánto tiempo en el mismo estado permanecí,
Yo no lo puedo afirmar;
Pero antes de que vida vital regresara,
Oí, y en mi alma distinguí
Dos voces en el aire.

Dos de ellos relatan, uno al otro, esa larga y pesada penitencia que para el viejo Marinero había sido acordada por el Espíritu Polar, que retorna al sur.


" '¿Es él?' dijo uno, " '¿es éste el hombre?"
Por Aquél que murió en la cruz,
Con su arco cruel él tiró abajo
Al inofensivo Albatros.

"El Espíritu que esperaba a su lado
En la tierra de nube y nieve,
Amó al pájaro que amó al hombre
Quien lo mató con su arco.

"La otra era una voz más suave,
Tan suave como rocío-de-miel
Dijo, 'El hombre ha hecho su penitencia,
Y más penitencia hará.'



PARTE SEXTA



.....................Primera Voz


" Pero ¡dime, dime! habla de nuevo,
Tu suave respuesta renueva-
¿Qué hace a ese barco andar tan rápido?
¿Qué está haciendo el Océano?


.....................Segunda Voz


'Todavía como un esclavo ante su señor,
El Océano no tiene su fuerza;
Su gran ojo brillante muy silenciosamente
Hacia la Luna se dirige.

" 'Si él puede saber qué camino tomar;
Porque ella lo guía suave o severa,
¡Mira, hermano, mira! Qué graciosamente
Ella le concede su mirada."

El Marinero ha estado sumido en un trance;


.....................Primera Voz


" 'Pero ¿por qué anda ese barco tan rápido,
Sin ola ni viento? '


Porque el poder angélico impulsa a la nave hacia el norte más rápido que lo que ninguna vida humana podría soportar.

.....................Segunda Voz

" 'El aire es cortado por delante,
Y se cierra desde atrás.
" '¡Vuela, hermano, vuela! ¡más alto, más alto!
O nosotros llegaremos tarde:
Ya que lento y lento ese barco andará,
Cuando el trance del Marinero se haya desvanecido.

El movimiento supernatural es retardado; el Marinero despierta, y su penitencia comienza de nuevo.

"Me desperté, y estábamos navegando
Como en buen tiempo;
'Era noche, calma noche, la Luna estaba alta;
Los hombres muertos juntos se pararon.

"Todos juntos se pararon en la cubierta,
Para un calabozo-sepulcral mejor:
Todos fijaron en mí sus ojos de piedra,
Que en la Luna brillaban.

"El espasmo, la maldición, con la que murieron,
Nunca había de pasar:
No podía apartar mis ojos de los suyos,
Ni alzarlos para rezar.

La maldición es finalmente expíada.

"Y ahora este hechizo se rompió: una vez más
Yo veía el océano verde,
Y miraba adelante lejos, aunque poco veía
De lo que había visto antes-

"Como alguien en una ruta solitaria
Camina con miedo y terror
Y habiendo mirado atrás una vez, camina
Y su cabeza no vuelve a girar más.
Porque sabe que un temible demonio
Va cerca detrás de él.

"Pero pronto respiró un viento sobre mí,
Ni sonido ni movimiento hizo:
Su paso no fue sobre el mar,
En la onda o en la sombra.

"Levantó mi pelo, aireó mi mejilla
Como una prado -vendabal de primavera-
Se enlazaba extrañamente con mis miedos,
Sin embargo pareció una bienvenida.

"Veloz, veloz volaba el barco,
Pero navegaba suave también:
Dulce, dulce soplaba la brisa-
En mí solo soplaba.

Y el viejo Marinero advierte su país natal.

"¡Oh sueño de felicidad! ¿es esto en verdad
La torre del faro que veo?
¿Es ésta la colina? ¿es ésta la iglesia?
¿Es éste mi propio país, el mío?

"Pasamos por el puerto,
Y con gemidos recé-
¡Oh déjame estar despierto, Dios mío!
O déjame dormir para siempre.

"El puerto era claro como el vidrio,
¡Tan suavemente se extendía!
Y en la bahía la luz de luna,
Y la sombra de la Luna.

"El risco brillaba radiante, la iglesia no menos
La que está sobre el risco
La luz de luna mojaba en silencio
El sereno campanario.

Los espíritus angélicos dejan los cuerpos muertos, y aparecen en sus propias formas de luz.

"Y la bahía era blanco con luz silenciosa
Y levantándose de la misma,
Muchas formas, que eran sombras,
En colores carmín vinieron.

"A poca distancia de proa
Estaban esas sombras carmín:
Giré mis ojos sobre cubierta-
¡Oh, Cristo! ¡lo que vi allí!

"Cada cuerpo yacía aplastado, sin vida aplastado,
Y, ¡por la santa cruz!
Un hombre todo luz, un hombre-serafín
En cada cuerpo se paraba.

"Esta banda-serafín, cada uno movió su mano:
¡Era una vista celestial!
Se erguían como señales a la tierra,
Cada uno, una luz hermosa.

"Esta banda-serafín, cada uno movió su mano:
Ninguna voz ellos impartieron-
Ninguna voz; pero Oh, el silencio se hundió
Como música en mi corazón.

"Pero prontó oí el batir de remos,
Oí el festejo del Piloto;
Mi corazón por fuerza giró
Y vi un bote aparecer.

"El Piloto y el ayudante del Piloto,
Los oí venir rápido:
¡Dios del Cielo! Era una felicidad
Los hombres muertos no podían maldecir.

"Vi a un tercero -oí su voz:
¡Es el buen Ermitaño!
Él canta fuerte sus himnos divinos
Que en el bosque compone.
Él absolverá mi alma, él lavará
La sangre del Albatros.



PARTE SÉPTIMA



El Ermitaño del Bosque.

"Este Ermitaño bueno vive en ese bosque
que desciende hasta el mar.
¡Qué fuerte su dulce voz se eleva!
Amás hablar con marineros
Que vienen desde un país lejano.

"Él reza a la mañana, a la tarde y a la noche-
Tiene un mullido almohadón:
Es el musgo que sagradamente esconde
La vieja y marchita raíz de un roble.

"El bote se acercó: los oí hablar,
'Pero, ¡esto es extraño, me parece!
¿Dónde están esas luces tantas y tan claras,
Que señales nos hacían recién?

Se acerca al barco con asombro.

" '¡Extraño, por mi fe! el Ermitaño dijo-
'¡Y no contestaron nuestro saludo!
¡Las maderas están carcomidas! y mira esas velas.
¡Qué finas son y secas!
Nunca vi nada igual,
A menos que así no sean.

" 'Esqueletos marrones de hojas que detienen
El correr de mi arroyo-del-bosque;
Cuando la hiedra está llena de nieve
Y el búho grita abajo al lobo,
si come de la loba sus cachorros.

" '¡Señor! tiene una mirada maligna-
(El Piloto dio una respuesta)
Tengo miedo' -'¡Adelante, adelante! '
Le dijo alegre el ermitaño.

"El bote se acercó más al barco,
Pero yo no hablé ni me moví;
El bote se acercó hasta el lado del barco,
Y enseguida un sonido se oyó.

El barco repentinamente se hunde.

"Bajo el agua seguía gruñendo,
Aún más fuerte y aterrador:
Llegó al barco, se quebró el puente;
El barco cayó como plomo.

El viejo Marinero se salva en el bote del Piloto.

"Turbado por el fuerte y terrible sonido,
Que cielo y oceáno fustigó,
Como quien ha estado siete días ahogado
Mi cuerpo yacía a flote;
Pero veloz como en sueños, me encontré
Dentro del bote del Piloto.

"En el remolino, donde se hundió el barco,
El bote giraba y giraba;
Y todo estaba quieto, excepto la colina
que repetía el sonido.

"Moví mis labios -el Piloto tembló
Y se derrumbó de pronto;
El Ermitaño sagrado elevó sus ojos,
Y rezó en donde se sentaba.

"Tomé los remos: el compañero del Piloto,
Que ahora iba como loco,
Fuerte y mucho reía, y mientras tanto
Sus ojos se movían adelante y atrás.
'¡Ja! ¡ja!' decía, 'ahora puedo ver
Qué bien sabe remar el Diablo'.

"Y ahora, ya sobre mi propio país,
¡Me paré en la tierra firme!
El Ermitaño salió del bote,
Y apenas se podía mantener.

El viejo Marinero ruega con insistencia al ermitaño que lo confiese; y la expiación de por vida cae sobre él.

" '¡Oh confiésame, confiésame, santo hombre!'
El ermitaño frunció el ceño.
'Di rápido,' dijo, 'Te exijo que me digas-
¿Qué clase de hombre eres tú?


Y desde aquel tiempo y a través de su vida futura una agonía lo obliga a viajar de tierra en tierra.

"Desde entonces, en una hora incierta,
Esa agonía regresa:
Y hasta que mi horrible relato es contado,
Este corazón dentro mío quema.

"Paso, como la noche, de tierra en tierra;
Tengo un extraño poder para hablar;
En el momento en que veo su cara,
Conozco al hombre que debe oírme:
A él mi historia le enseño.

"¡Qué fuerte alboroto estalla desde esa puerta!
Los invitados-a-la-boda están allí:
Pero en el recóndito jardín la novia
Y las damas de honor están cantando:
Y escucha, ¡la pequeña campana de víspera,
Que me lleva a la plegaria!

"¡Oh Invitado-a-la-Boda! esta alma ha estado
Sola en un ancho, ancho mar:
Tan solitaria estaba, que Dios mismo
Apenas parecía estar allí.

"Oh más dulce que la fiesta de bodas,
Es aún más dulce para mí,
Caminar juntos a la iglesia
Con una buena compañía!-

"Caminar juntos a la iglesia,
Y todos juntos rezar,
Mientras cada uno a su gran Padre se inclina,
¡Ancianos, y niños, y amantes amigos,
Y jóvenes y alegres doncellas!

Y para enseñar, por su propio ejemplo, amor y reverencia a todas las cosas que Dios hizo y ama.

"¡Adiós, adiós! pero esto te digo
A ti, Invitado-a-la-Boda
Reza bien quien ama bien
A todos, hombre y ave y animal.

"Reza mejor, quien ama mejor
A todas las cosas, grandes y pequeñas;
Porque el querido Dios que nos ama,
Él hizo y ama a todas

." El Marinero, el del ojo brillante,
El de la barba con la edad agrisada,
Se fue, y ahora el Invitado-a-la-Boda
Se alejó de la puerta del novio.


Se fue como alguien que ha sido turbado,
Y es de una sensación desesperada:
Un hombre más triste y más sabio
Se levantó a la mañana siguiente.



F I N

Samuel T. Coleridge

En traducción de Karina A. Macció, febrero 2001.

Kublai Khan, de Samuel taylor Coleridge

EN Xanadú, Kubla Khan
mandó que levantaran su cúpula señera:
allí donde discurre Alfa, el río sagrado,
por cavernas que nunca ha sondeado el hombre,
hacia una mar que el sol no alcanza nunca.
Dos veces cinco millas de tierra muy feraz
ciñeron de altas torres y murallas:
y había allí jardines con brillo de arroyuelos,
donde, abundoso, el árbol de incienso florecía,
y bosques viejos como las colinas
cercando los rincones de verde soleado.

¡Oh sima de misterio, que se abría
bajo la verde loma, cruzando entre los cedros!
Era un lugar salvaje, tan sacro y hechizado
como el que frecuentara, bajo menguante luna,
una mujer, gimiendo de amor por un espíritu.
Y del abismo hirviente y con fragores
sin fin, cual si la tierra jadeara,
hízose que brotara un agua caudalosa,
entre cuyo manar veloz e intermitente
se enlazaban fragmentos enormes, a manera
de granizo o de mieses que el trillador separa:
y en medio de las rocas danzantes, para siempre,
lanzóse el sacro río.
Cinco millas de sierpe, como en un laberinto,
siguió el sagrado río por valles y collados,
hacia aquellas cavernas que no ha medido el hombre,
y hundióse con fragor en una mar sin vida:
y en medio del estruendo, oyó Kubla, lejanas,
las voces de otros tiempos, augurio de la guerra.

La sombra de la cúpula deliciosa flotaba
encima de las ondas,
y allí se oía aquel rumor mezclado
del agua y las cavernas.
¡Oh, singular, maravillosa fábrica:
sobre heladas cavernas la cúpula de sol!

Un día, en mis ensueños,
una joven con un salterio aparecía
llegaba de Abisinia esa doncella
y pulsaba el salterio;
cantando las montañas de Aboré.
Si revivir lograra en mis entrañas
su música y su canto,
tal fuera mi delicia,
que con la melodía potente y sostenida
alzaría en el aire aquella cúpula,
la cúpula de sol y las cuevas de hielo.
Y cuantos me escucharan las verían
y todos clamarían: «¡Deteneos!
¡Ved sus ojos de llama y su cabello loco!
Tres círculos trazad en torno suyo
y los ojos cerrad con miedo sacro,
pues se nutrió con néctar de las flores
y la leche probó del Paraíso».

Versión de Màrie Montand

Oda a un ruiseñor, de John Keats

Me duele el corazón y un pesado letargo
aflige a mis sentidos, tal si hubiera bebido
cicuta o apurado un opiato hace sólo
un instante y me hubiera sumido en el Leteo
(…)


¡Oh, si un trago de vino largo tiempo enfriado
en las profundas cuevas de la tierra
que supiera a Flora y a la verde campiña,
(..) si pudiera beber
y abandonar el mundo inadvertido
y junto a ti perderme por el oscuro bosque!

Perderme a lo lejos, deshacerme, olvidar
que entre las hojas tú nunca has conocido
la inquietud, el cansancio y la fiebre
aquí, donde los hombres tan sólo se lamentan
y tiemblan de parálisis postreras, tristes canas,
donde crecen los jóvenes como espectros y mueren,
donde aun el pensamiento se llena de tristeza
y de desesperanzas, donde ni la Belleza
puede salvaguardar sus luminosos ojos
por los que el nuevo amor perece sin mañana.

¡Lejos! ¡Muy lejos! He de volar hacia ti.
No me conducirán leopardos de Baco
sino unas invisibles y poéticas alas;
aunque torpe y confusa se retrase mi mente:
¡ya estoy contigo! Suave es la noche
y tal vez en su trono aparezca la luna
circundada de mágicas estrellas.
Pero aquí no hay luz, salvo la que acompaña
desde el cielo el soplo de la brisa cruzando
el oscuro verdor y veredas de musgo.

(..)
A oscuras escucho. Y en más de una ocasión
he amado el alivio que depara la muerte
invocándola con ternura en versos meditados
para que disipara en el aire mi aliento.
Ahora más que nunca morir parece dulce,
dejar de existir sin pena a medianoche
¡mientras se te derrama afuera el alma
en semejante éxtasis! (..)

¡Adiós! Tu lastimero himno se desvanece
al pasar por los prados vecinos, el tranquilo
arroyo y la colina; ahora es enterrado
en los calveros del cercano valle.
¿He soñado despierto o ha sido una visión?
Ha volado la música. ¿Estoy despierto o duermo?